viernes, 31 de agosto de 2007

En Chile, la clave son los partidos

En Chile, la clave son los partidos

Fuente: Clarín,
http://www.clarin.com/diario/2006/01/19/opinion/o-02701.htm

El triunfo de Michelle Bachelet no se explica solamente por los buenos resultados de los gobiernos precedentes. También es la consecuencia de una alianza de fuerzas políticas que sigue vigente.

Por Manuel Antonio Garretón.
Sociólogo, Universidad de Chile.

El triunfo de Michelle Bachelet en la segunda vuelta de la elección presidencial confirma una vez más que el elemento clave de la política chilena posdictatorial, su gran mérito, el factor explicativo de los avances económicos y sociales, es la Concertación de Partidos por la Democracia, alianza de partidos de centro e izquierda (Demócratas Cristianos, radicales, Partido por la Democracia y socialistas), nacida de la oposición a la dictadura que ha dirigido tres gobiernos, los más exitosos de la historia contemporánea del país, ha producido alternancia de liderazgos y hoy instala en el gobierno a la primera Presidenta mujer de la historia. Mientras exista la Concertación, será imposible un triunfo de la derecha, expresada en la coalición que en la primera vuelta tuvo como candidatos a Lavín y Piñera y en la segunda a este último. Y ello porque, como lo confirman todos los estudios, las elecciones en Chile muestran que el principal clivaje, división o fraccionamiento de la sociedad chilena es el generado por la dictadura militar y que el principal predictor de voto es la posición que se haya tenido frente a ella y en el plebiscito de 1988, ya sea personal o familiarmente si se es más joven. Chile sigue viviendo la época pospinochetista y aún no ha pasado a la época plenamente democrática o la época del bicentenario. Pequeños porcentajes más o menos, las elecciones son la reproducción de este conflicto fundamental. Siempre que se apele a la Concertación contra la derecha vencerá la primera, porque la derecha chilena no se ha refundado y sigue siendo, aun con cambio de liderazgo en las candidaturas presidenciales, la heredera de la dictadura derrotada en aquella elección fundante que fue el plebiscito de 1988 Porque, ¿qué es la Concertación sino el resultado del aprendizaje más profundo de la clase política chilena y de la sociedad misma sobre la tragedia de 1973 y sobre la dictadura? Aprendizaje que se traduce en la alianza sólida de quienes se identifican con la democracia y el cambio social, el centro y la izquierda, el social cristianismo y el socialismo democrático, clases medias y sectores populares.Todos ellos expresados, lo que es la especificidad del caso chileno, en partidos. Si estos sectores y sus partidos estuvieron a punto de destruirse unos con otros el 73, los diecisiete años de dictadura convirtieron la lección de la unidad necesaria en el sustrato cultural imborrable de su acción política. Pero a esta Concertación, cuyo triunfo, independientemente de quien fuera el candidato, era predecible e inevitable, y cuyo Presidente actual, Ricardo Lagos, dejará el mando con uno de los más altos índices de popularidad y éxito imaginables no sólo en Chile y América latina, le faltaba una renovación en su liderazgo, es decir, ir más allá de los rasgos del estilo político clásico de los tres gobiernos concertacionistas imposible de superar, hacer un giro hacia un nuevo estilo para disminuir la distancia entre política y sociedad. Y fue la coalición la que produjo este liderazgo. La candidatura de Bachelet no emergió de la ciudadanía como lo pretendió el mito creado durante la campaña de la primera vuelta. Fue un producto inimaginable fuera de la Concertación, de sus partidos y de su clase política, pero con un nuevo sello que permite una proyección inédita. Porque, ¿quién puede expresar mejor la raíz básica de la Concertación que una mujer cuya historia se identifica con los hitos fundantes de la historia contemporánea chilena, con su dolor y tragedia, pero también con su fuerza y capacidad para superarlas? ¿Hay algo más emblemático que ser mujer, sola, jefe de hogar, doctora cerca de la gente y militante socialista disciplinada, hija de un general asesinado por la dictadura, ella misma torturada y exiliada, ministra de Salud y de Defensa de uno de los más grandes gobiernos de la historia de Chile, y, finalmente, Presidenta?Son los rasgos propios de este nuevo liderazgo los que permiten la realización de las tareas inconclusas de la Concertación: reconstrucción de un Estado de protección y bienestar que supere las desigualdades; generación de una nueva institucionalidad participativa que termine definitivamente con las herencias de la dictadura, entre ellas el sistema electoral; reconciliación que signifique efectivamente justicia en todos los casos pendientes de derechos humanos y que lleve a los sectores civiles de derecha, poder judicial y medios de comunicación al reconocimiento de sus responsabilidades en esta materia (los militares, bajo el presidente Lagos, la ministra de Defensa Bachelet y el general Cheyre ya lo hicieron). Y la plena inserción en América latina para enfrentar la globalización. En síntesis, dejar atrás la época pospinochetista y abrirse a la época democrática del bicentenario.

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