viernes, 31 de agosto de 2007

En Chile, la clave son los partidos

En Chile, la clave son los partidos

Fuente: Clarín,
http://www.clarin.com/diario/2006/01/19/opinion/o-02701.htm

El triunfo de Michelle Bachelet no se explica solamente por los buenos resultados de los gobiernos precedentes. También es la consecuencia de una alianza de fuerzas políticas que sigue vigente.

Por Manuel Antonio Garretón.
Sociólogo, Universidad de Chile.

El triunfo de Michelle Bachelet en la segunda vuelta de la elección presidencial confirma una vez más que el elemento clave de la política chilena posdictatorial, su gran mérito, el factor explicativo de los avances económicos y sociales, es la Concertación de Partidos por la Democracia, alianza de partidos de centro e izquierda (Demócratas Cristianos, radicales, Partido por la Democracia y socialistas), nacida de la oposición a la dictadura que ha dirigido tres gobiernos, los más exitosos de la historia contemporánea del país, ha producido alternancia de liderazgos y hoy instala en el gobierno a la primera Presidenta mujer de la historia. Mientras exista la Concertación, será imposible un triunfo de la derecha, expresada en la coalición que en la primera vuelta tuvo como candidatos a Lavín y Piñera y en la segunda a este último. Y ello porque, como lo confirman todos los estudios, las elecciones en Chile muestran que el principal clivaje, división o fraccionamiento de la sociedad chilena es el generado por la dictadura militar y que el principal predictor de voto es la posición que se haya tenido frente a ella y en el plebiscito de 1988, ya sea personal o familiarmente si se es más joven. Chile sigue viviendo la época pospinochetista y aún no ha pasado a la época plenamente democrática o la época del bicentenario. Pequeños porcentajes más o menos, las elecciones son la reproducción de este conflicto fundamental. Siempre que se apele a la Concertación contra la derecha vencerá la primera, porque la derecha chilena no se ha refundado y sigue siendo, aun con cambio de liderazgo en las candidaturas presidenciales, la heredera de la dictadura derrotada en aquella elección fundante que fue el plebiscito de 1988 Porque, ¿qué es la Concertación sino el resultado del aprendizaje más profundo de la clase política chilena y de la sociedad misma sobre la tragedia de 1973 y sobre la dictadura? Aprendizaje que se traduce en la alianza sólida de quienes se identifican con la democracia y el cambio social, el centro y la izquierda, el social cristianismo y el socialismo democrático, clases medias y sectores populares.Todos ellos expresados, lo que es la especificidad del caso chileno, en partidos. Si estos sectores y sus partidos estuvieron a punto de destruirse unos con otros el 73, los diecisiete años de dictadura convirtieron la lección de la unidad necesaria en el sustrato cultural imborrable de su acción política. Pero a esta Concertación, cuyo triunfo, independientemente de quien fuera el candidato, era predecible e inevitable, y cuyo Presidente actual, Ricardo Lagos, dejará el mando con uno de los más altos índices de popularidad y éxito imaginables no sólo en Chile y América latina, le faltaba una renovación en su liderazgo, es decir, ir más allá de los rasgos del estilo político clásico de los tres gobiernos concertacionistas imposible de superar, hacer un giro hacia un nuevo estilo para disminuir la distancia entre política y sociedad. Y fue la coalición la que produjo este liderazgo. La candidatura de Bachelet no emergió de la ciudadanía como lo pretendió el mito creado durante la campaña de la primera vuelta. Fue un producto inimaginable fuera de la Concertación, de sus partidos y de su clase política, pero con un nuevo sello que permite una proyección inédita. Porque, ¿quién puede expresar mejor la raíz básica de la Concertación que una mujer cuya historia se identifica con los hitos fundantes de la historia contemporánea chilena, con su dolor y tragedia, pero también con su fuerza y capacidad para superarlas? ¿Hay algo más emblemático que ser mujer, sola, jefe de hogar, doctora cerca de la gente y militante socialista disciplinada, hija de un general asesinado por la dictadura, ella misma torturada y exiliada, ministra de Salud y de Defensa de uno de los más grandes gobiernos de la historia de Chile, y, finalmente, Presidenta?Son los rasgos propios de este nuevo liderazgo los que permiten la realización de las tareas inconclusas de la Concertación: reconstrucción de un Estado de protección y bienestar que supere las desigualdades; generación de una nueva institucionalidad participativa que termine definitivamente con las herencias de la dictadura, entre ellas el sistema electoral; reconciliación que signifique efectivamente justicia en todos los casos pendientes de derechos humanos y que lleve a los sectores civiles de derecha, poder judicial y medios de comunicación al reconocimiento de sus responsabilidades en esta materia (los militares, bajo el presidente Lagos, la ministra de Defensa Bachelet y el general Cheyre ya lo hicieron). Y la plena inserción en América latina para enfrentar la globalización. En síntesis, dejar atrás la época pospinochetista y abrirse a la época democrática del bicentenario.

Política exterior chilena

Política Exterior

FUENTE:Embajada de Chile en Belgica y Luxemburgo y misión ante la UE,
http://www.embachile.be/

Desde 1990, los Gobiernos de la Concertación han asumido el desafío de reinsertar al país en la Comunidad Internacional y lograr su participación equilibrada en la economía global a través de la suscripción de acuerdos de libre comercio y asociación política con sus principales socios.Una vez alcanzados tales objetivos, han surgido nuevos desafíos en un contexto de globalización creciente, del cual Chile es una parte activa. La acción multilateral, el fortalecimiento de las relaciones con Latinoamérica, la implementación y administración de los tratados de libre comercio y la suscripción de nuevos acuerdos, el posicionamiento de Chile como un puente para la región Asia-Pacífico, la incorporación de la energía como nuevo eje temático, y los chilenos que viven en el exterior, constituyen las actuales prioridades de la política exterior del país. Una política que ya no queremos desarrollar sólo como Gobierno, sino que esperamos crear además con la visión de un Estado.Los grandes desafíos que Chile busca enfrentar a partir de tales prioridades de acción son la paz y seguridad en el mundo y la generación de condiciones para que el país alcance un desarrollo social y económico vigoroso que facilite el fortalecimiento de nuestra presencia internacional como país puente desde y hacia América Latina.

Acciones
La participación de Chile en aquellas iniciativas orientadas a lograr la paz en el mundo se manifiesta claramente a través del papel que el país ha jugado en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, en su posición en relación al tema de Irak y en su presencia en Haití.Por otra parte, consciente de la importancia de reforzar el multilateralismo como único referente dotado de la legitimidad necesaria para asegurar una globalización que sea inclusiva, solidaria y con rostro humano, Chile apoya e impulsa varias iniciativas a nivel global.Entre éstas destaca la reforma integral de Naciones Unidas, la promoción de la democracia y derechos humanos, el compromiso con las Operaciones de Paz de Naciones Unidas, la Declaración del Milenio –que plasmó la aspiración de la humanidad en torno a construir un mundo mejor-, los esfuerzos por perfeccionar el libre comercio global, apoyar el fortalecimiento de los regímenes especiales internacionales y sus marcos jurídicos idóneos, como la Antártica, el mar y el espacio.Junto al multilateralismo, el regionalismo abierto es otra piedra angular de la política exterior de Chile. En relación a Latinoamérica, el surgimiento de la Comunidad Sudamericana de Naciones constituye el referente de integración subregional hacia el que convergen todos los demás esquemas actualmente vigentes. No obstante, el Gobierno de Chile estima que éste es un espacio complementario y no alternativo a la posibilidad de una integración más amplia, a partir de un proyecto que incorpore a toda América Latina.Chile se ha propuesto continuar efectuando aportes en materia de integración, contribuyendo al fortalecimiento de los espacios de concertación existentes en temas de gobernabilidad democrática, sociales, energéticos, financieros y de infraestructura, que impulsan la conectividad regional, entre otros. A nivel vecinal, Chile mantendrá una política de promoción de iniciativas que agilicen el intercambio comercial, impulsen la integración fronteriza e incrementen la infraestructura vial.La política exterior del país en la región está orientada a contribuir a la gobernabilidad y cohesión social, para lo cual se continuará promoviendo la democracia, los derechos humanos y el libre comercio, fortalecimiento los foros y esquemas de concertación regionales en especial la OEA, Grupo de Río, MERCOSUR político, ALADI y las Cumbres de las Américas.Para Chile, su desarrollo nacional depende en gran medida de la calidad y nivel de su inserción económica internacional y, por ello, ha establecido un marco jurídico que regule el comercio internacional con normas claras y transparentes.Adicionalmente, en este contexto la implementación y administración de los Tratados de Libre Comercio ya existentes y la suscripción de nuevos acuerdos es prioritario para el país.Chile es parte de la OMC y desarrolla en ella un rol muy activo. Por otro lado, ha sucrito acuerdos bilaterales de libre comercio con sus principales socios comerciales, utilizando como estrategia el concepto de regionalismo abierto, basándose en tres instrumentos esenciales: la apertura unilateral, las negociaciones comerciales multilaterales y la apertura negociada a nivel bilateral y regional.Actualmente, Chile tiene acuerdos con casi la totalidad de América Latina; un Acuerdo de Asociación Política y Económica con la Unión Europea; y tratados de libre comercio con Estados Unidos, Canadá, países del EFTA (entre ellos Suiza y Noruega), Nueva Zelanda, Singapur, República de Corea y la República Popular de China. Asimismo, ha suscrito un Acuerdo de Alcance Parcial con India.También es relevante la relación que el país ha desarrollado con la región del Asia-Pacífico. La inserción de Chile en los mercados asiáticos ha crecido en forma constante en los últimos años, de manera tal que los intercambios con esa región se elevaron a un tercio del total de nuestro comercio exterior. Por ello, Chile busca mejorar la conectividad entre Asia Pacífico y América Latina, y se avanzará en el diseño de vínculos dinámicos y equilibrados con este epicentro de la economía global, aprovechando una serie de ventajas que nos permiten transformarnos en un país puente y plataforma entre ambas regiones.Por otra parte, existe una gran necesidad de diversificar las fuentes de energía del país, lo que obliga a buscar alianzas tanto en aquellas economías proveedoras y comercializadoras de combustibles, como con países con situación energética similar a la de Chile, que tengan experiencias previas exitosas en materia de diversificación. Chile está interesado en un proceso de convergencia hacia la integración energética.Otro de los pilares fundamentales del accionar del país es la relación con los chilenos que viven en el exterior, que integran la llamada Región XIV. El Gobierno ha impulsado una activa agenda de reuniones con la comunidad de chilenos en el exterior, a fin de estimular la interrelación de éstos en todo el mundo. En este contexto, el Ministerio de Relaciones Exteriores ha impulsado la creación de un Registro de Chilenos en el Exterior que permitirá orientar mejor la política del país en función de las necesidades de sus compatriotas que viven en el extranjero. La región XIV es un conjunto de interrelaciones, formales e informales, que pretende convertirse en una unidad administrativa del estado, basada en el reconocimiento de los derechos de los chilenos que viven fuera del país pero que siguen formando parte de la nación chilena. Para ello se espera en el futuro impulsar el proyecto de ley sobre votaciones en el exterior, lo que permitirá asegurar un derecho fundamental de todos los chilenos.El Gobierno está trabajando firmemente para cumplir exitosamente con cada uno de estos objetivos bajo el prisma de una Política Exterior de Estado, ajustada a la realidad del nuevo siglo.

“Política exterior” de Chile. Negocios son negocios

“Política exterior” de Chile. Negocios son negocios

Fuente: Punto Final,
http://www.puntofinal.cl/559/politicaexterior.htm


por Paul Walder

Paul Walder es un periodista free-lance nacido en Santiago de Chile, licenciado en la Universidad Autónoma de Barcelona. Ha trabajado en numerosos medios, escrito innumerables textos, columnas, artículos y reportajes.


¿Política exterior o simple comercio? Al observar la estrategia chilena de las relaciones exteriores -salvo algunos eventos aislados, los que son, de hecho, la salvedad y no la norma- la evidencia salta a la vista: Chile profundiza y afina su comercio hasta llegar a latitudes en las cuales no practica ninguna política exterior. La única que podría hacer, que es la regional, no la ha hecho. Su vocación latinoamericana -porque es, y en este momento no es de Perogrullo recordarlo, un país sudamericano- la ha transformado en una vocación internacional, lo que es, al considerar el peso chileno en el concierto mundial, lo mismo que una ambiciosa pero inútil intención. ¿Qué política exterior puede tener Chile hacia Corea? Por poner un ejemplo de relaciones bilaterales que no trascenderán lo comercial. Esta estrategia, extrapolada a la región, reviste características de absurdo: Chile busca un tratado de libre comercio con Bolivia, país vecino con el que, sin embargo, no tiene relaciones oficiales…La diplomacia chilena ha medido sus éxitos por los acuerdos de libre comercio firmados. Un proceso que parece haber sido guiado contra el tiempo, negociado bajo cuerdas -tanto hacia el exterior como hacia el mismo país- y exhibido una vez consumado, cual trofeo de campeonato. Así se les ha presentado a los chilenos y así se ha presumido hacia fuera. Chile negocia con quien quiere, cuándo lo desea. Chile es el único país latinoamericano elegido por el mundo para hacer negocios.Chile, que mira hacia Estados Unidos, la Unión Europea, Asia y otros mercados (no son países, sino objetivos comerciales), no mira hacia la región. Ha pasado por alto los procesos políticos y económicos que suceden tras sus fronteras. Ha hecho un camino propio, el que se ha constituido en un obstáculo para el resto de la región. El apresuramiento chileno ha marcado malos precedentes para los intereses regionales. Efectivamente malos. Porque se trata de un camino que tiene objetivos disímiles de los que hoy motivan a nuestros vecinos. El libre comercio que entienden y favorecen las autoridades chilenas es un elemento de riesgo, de alta vulnerabilidad para la región. La estrategia económica y comercial que ha desarrollado Chile -y que es elevada cual paradigma económico por nuestras autoridades- es la causa del colapso económico, comercial, financiero y social en muchos países de Latinoamérica. Que a alguien le sorprenda hoy la soledad de Chile, es un dato que puede ser novedoso para la gran masa de la población nacional. Que lo sea para las autoridades, es francamente haber ignorado sus acciones o es simplemente parte del cinismo propio de la política contemporánea.El tratado de libre comercio que Chile estableció con Estados Unidos se ha convertido en un referente poco grato hacia la región. El resto de los países, y pese a las últimas ofertas norteamericanas, ven con gran reticencia el TLC, que estiman como una espada de doble filo para sus vulnerables economías. A partir de la reunión de septiembre pasado de la OMC en Cancún, puede decirse que ha reflotado la antigua división Norte-Sur. No como estrategia derivada de una posición ideológica histórica, sino como el efecto de diez años de neoliberalismo. Consecuencias que saltan a la vista en prácticamente todos los países de nuestra región. La cumbre ministerial de Miami de noviembre pasado, para dar una nueva vuelta de tuerca al Alca, se enfrentó con este nuevo clima regional, el que se caracteriza por una nueva -o tal vez sólo distinta- visión política. Puede observarse lo que no es, pero difícilmente lo que es. Lo que hay es un alejamiento del neoliberalismo más puro. La revocación del contrato de privatización del correo argentino en noviembre pasado, decretada por el gobierno de Néstor Kirchner, es más una señal que la expresión de un giro en la política económica. La voluntad del gobierno no es, en principio, volver a estatizar el correo, sino licitar nuevamente una empresa cuyos operadores habían cometido serias irregularidades. En cualquier caso, revocar una mala privatización es un acto de coraje político ante los organismos y agentes financieros internacionales y una expresión de rechazo a las distorsiones e injusticias del modelo liberal.Más allá de estas acciones aisladas, las orientaciones o direcciones de las políticas son, todavía, ambiguas. ¿Dónde van Lula, Kirchner? ¿Qué sucederá en Uruguay, Venezuela y, en especial, en Bolivia?La aparente nueva postura ideológica de la región, expresada con todas sus letras por los brasileños en Miami, tal vez no conduzca a cambios políticos muy sustantivos en Sudamérica. Es la visión que tiene la cientista política de la Universidad de Santiago, Olga Ulianova, para quien incluso los países más ideologizados de la región se mueven más por la real politik. Es probable que el discurso ideológico se oriente emotivamente hacia los vapuleados electores, pero de cara al exterior prevalecería el pragmatismo. El uruguayo Eduardo Gudynas, director del Centro Latinoamericano de Ecología Social, tiene también una buena dosis de realismo en su observación latinoamericana. Hay un recambio en los dirigentes, “se puede tener simpatía por la postura de los países del Sur, pero ésta es sólo por la pluralidad de intereses, no es un nuevo punto de vista político”. Finalmente, todos serían liberales, lo que consolida, tal vez con diversos matices, la actual estrategia de desarrollo basada en la apertura comercial y el libre mercado.Ambas visiones llevan a poner los pies en la tierra. Habría cambios, pero enmarcados en el actual modelo (la excepción, por cierto, es Venezuela y un muy probable gobierno de Evo Morales en Bolivia). La integración de los mercados, el peso de instituciones como el Banco Mundial y, en especial, el FMI, limitan la capacidad de movimiento de los países. En un mundo unipolar y globalizado los países pequeños y los no tan pequeños como Brasil, tienen limitada su soberanía para pensar y diseñar sus propias estrategias de desarrollo.A diferencia de la gran mayoría de las naciones latinoamericanas, la economía chilena se ha mantenido ajena a las recesiones y colapsos financieros. Tras un período de muy bajo crecimiento, pero crecimiento al fin, las autoridades y el empresariado chileno anuncian una nueva etapa de alto crecimiento. El modelo de libre mercado gozaría en estas latitudes de una robusta salud. Hace un par de semanas la Ocde (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) emitió un informe sobre la economía chilena. El documento, que dejó perplejas a las autoridades, señaló una realidad que es difícil de ocultar: una buena macroeconomía que ha llevado a una de las peores distribuciones del ingreso de la región. Un aviso que, por cierto, inhibe cualquier pretensión chilena de ingresar a tan caro club. Tras firmar el TLC con Estados Unidos, la próxima aspiración del gobierno chileno es seguir los pasos de México, el único miembro latinoamericano de la Ocde que es también socio comercial, en el Nafta, de Estados Unidos.Más allá de los efectos de su estrategia económica, para los observadores regionales Chile ha tomado una vía propia. No sólo se ha desmarcado y alejado de las preocupaciones y problemas sudamericanos, lo que es una señal de por sí de muy escasa solidaridad, sino que sus dirigentes efectivamente creen marcar la vanguardia económica de la región. Al haber privilegiado sus vínculos bilaterales con Estados Unidos por sobre los regionales, Chile ha convertido el TLC en una cabeza de puente para los intereses norteamericanos en Sudamérica. Lo que Estados Unidos consiguió con Chile intentó extrapolarlo -con muy poco éxito, según vimos en la cumbre de Miami- al resto del subcontinente. En este nuevo escenario, la soledad de Chile no sería una simple metáfora.“Si Chile es distinto, como Costa Rica, por qué no toma el liderazgo regional”, se pregunta Gudynas. La respuesta es un asunto de voluntad política. En Chile no hay interés por la integración regional, lo que ha quedado bien demostrado en la ambigüedad de sus relaciones con el Mercosur y en su privilegio por los vínculos comerciales con otras latitudes.

Chile: en la encrucijada con sus vecinos

Chile: en la encrucijada con sus vecinos

Fuente: The Panama News,
http://www.thepanamanews.com/pn/v_10/issue_07/spanish_02.html

Por Pablo Jofré Leal para Adital, Chile

Adital es una agencia de noticias que nació para llevar la agenda social latinoamericana y caribeña a la media internacional. La producción de noticias de Adital se destina a los periodistas de la media mundial (escrita, radial, televisiva, on-line) y a todos los sectores de la sociedad civil en el mundo. Además de una amplia red de corresponsales en diferentes paises de América Latina y el Caribe, Adital recibe sus informaciones de personas y grupos que construyen ciudadania en el continente.


Hace 125 años, en la denominada Guerra del Pacífico, tres naciones sudamericanas se enfrentaban: Chile contra Perú y Bolivia. La contienda finalizó con el triunfo del ejército chileno sobre la coalición y entregó a Chile los actuales y ricos territorios de la Primera y Segunda región. Bolivia, en aquella contienda, acabó aislada y en condición mediterránea al perder su acceso a los puertos del Pacífico. Esta situación ha sido una reivindicación centenaria del vecino país y bandera de lucha de todos y cada uno de sus políticos. Para Perú, la Guerra significó la pérdida de la ciudad de Arica e Iquique, actuales polos de desarrollo económico de la primera región chilena y centro de salida del 80% de las exportaciones bolivianas. En ese mismo período y aprovechando la Guerra del norte, la República Argentina ocupó militarmente el área al sur del Río Negro y obligó al gobierno chileno de la época, dirigido por el presidente Domingo Santa María, a firmar un Tratado de Límites que entregó ese amplio territorio a la soberanía argentina. Más de 1 millón de kilómetros cuadrados, ricos en yacimientos de hidrocarburos, gas natural y de placidez alimentaría para millones de cabezas de ganado. Todo esto confirmado en la actualidad pero que en aquellos tiempos se suponía, bajo el influjo de los estudios del naturalista Charles Darwin, que eran territorios sin ningún valor. Hoy, sin llegar a creer en la posibilidad de una guerra, las presiones contra Chile van por otra vía: la económica. La disminución de las entregas de gas natural por parte de las empresas argentinas a territorio chileno refiere la dependencia de la economía y la sociedad chilena frente a este recurso energético, que en un 100% proviene de Argentina, donde se ha suscitado un severo enfrentamiento entre las empresas de energía del país trasandino con el gobierno del presidente Néstor Kirchner. Tal situación generó fuertes críticas al manejo energético del gobierno del presidente Ricardo Lagos, por conducir al país a una dependencia peligrosa desde el punto de vista estratégico, económico y geopolítico. El tema del gas, como también el del agua con Bolivia, era un punto que los políticos y los medios de comunicación de Chile no sopesaron con la debida importancia, hasta que la crisis energética en Argentina lo hizo saltar por los aires. Por ello, el planteamiento de Mesa en la Cumbre de Las Américas en Monterrey, de lanzarse a la guerra verbal con Chile, no respetó la lógica de discutir bilateralmente un acceso que tiene ramificaciones más allá de lo nacional. Los datos de la realidad económica mundial señalan la creciente importancia del gas natural. En menos de 10 años Chile requerirá de más gas y de agua, dos elementos que Bolivia tiene de sobra y que se necesita con urgencia para la sedienta industria minera del norte chileno y lógicamente para su población. Pero Bolivia ha dicho a los cuatro vientos que sólo abrirá las válvulas de gas a Chile, siempre y cuando éste abra sus puertas para el regreso de Bolivia al Pacífico. Para muestra del aislamiento a que está siendo sometido Chile, en el marco de la última Cumbre del Mercosur, el mandatario boliviano Carlos Mesa y Néstor Kirchner de Argentina decidieron darle impulso a la construcción de un gasoducto en el noreste argentino, que servirá para distribuir gas boliviano y argentino en esa zona. Este acuerdo, enmarcado en una declaración conjunta entre ambos gobiernos "reafirma el interés de ambas partes en la promoción del desarrollo de infraestructura de conexión de sus sistemas energéticos y gasíferos, fortaleciendo la integración regional, que pone a Argentina y Bolivia como principales abastecedores de energía en la parte sur del continente". Tras ese acuerdo, subyace la condición boliviana, expresada por el ministro de Hidrocarburos, el ex canciller Antonio Aranibar que Argentina recibirá gas boliviano siempre y cuando no lo revenda a Chile. Es en este panorama donde la reivindicación boliviana de acceso soberano al Pacífico se ha vuelto a levantar con fuerza, pues el país altiplánico está dispuesto a proporcionar gas de los ricos yacimientos de los pozos de Margarita en el Departamento de Tarija, para el uso industrial y doméstico de Chile, siempre y cuando se sienten a conversar sobre la entrega de una franja de territorio soberana para Bolivia. Gas y agua son las monedas de cambio que ofrece el gobierno del alicaído Carlos Mesa Gisbert. Y hablamos de agua también pues, en este mes de abril, comenzará a funcionar la comisión mixta de los gobiernos de Chile y Bolivia, que tratará el tema de las aguas del Silala y su usufructo. Para Chile, el Silala representa un río de curso sucesivo y por tanto regulado en su usufructo por el derecho internacional. Para Bolivia, en cambio, es un manantial surgido de 94 ojos de agua, que no forma ningún flujo o curso que discurra a algún sitio determinado, por tanto se debe pagar por ese disfrute. No es casual que los analistas políticos internacionales signen el problema del agua como una de las principales fuentes de conflicto. Cuestión que ya vivimos con Bolivia con el tema del Río Lauca, con resultados que alentaron el rompimiento de relaciones diplomáticas en 1978. La incógnita es saber a qué punto de conflicto nos llevará con Bolivia este nuevo lance por el tema del gas y el agua, o con Argentina por el incumplimiento de contratos comerciales para la distribución del gas o con Perú, con temas que tienen relación con la inseguridad de ciertos límites marítimos. Desde ya algunos personajes, como el jefe del Consejo Nacional de Inteligencia de Perú (CNI), general Daniel Mora, expresó que: "tenemos que preocuparnos porque Chile tiene carencia de recursos hídricos y energéticos" tratando de explicar así el porqué Chile ha iniciado lo que medios peruanos califican como una carrera armamentista y que muestra otro posible foco de conflicto en el sur de América. Situación peligrosa y que conduce a Chile a una encrucijada en sus relaciones internacionales y donde los F 16, los submarinos Scorpene y las fragatas holandesas pueden inclinar la balanza a favor de los millonarios intereses chilenos en la región.